Una mañana iba yo por la     pedregosa carretera,
    cuando espada en mano, llegó el Rey en su carroza.
    "¡Me vendo!", grité. el Rey me cogió de la mano y me dijo:
    "Soy poderoso, puedo comprarte." Pero de nada le valió su poderío
    y se volvió sin mí en su carroza.
   
    Las casas estaban cerradas en el sol del mediodía
    y yo vagaba por el callejón retorcido
    cuando un viejo cargado con un saco de oro me salió al encuentro.
    Dudó un momento, y me dijo: "Soy rico, puedo comprarte." 
    Una a una ponderó sus monedas. Pero yo le volví la espalda y me fui.
   
    Anochecía y el seto del jardín estaba todo en flor.
    Una muchacha gentil apareció delante de mí, y me dijo:
    "Te compro con mi sonrisa." Pero su sonrisa palideció
    y se borró en sus lágrimas. Y se volvió sola otra vez a la sombra.
   
    El sol relucía en la arena y las olas del mar rompían caprichosamente.
    Un niño estaba sentado en la playa jugando con las conchas.
    Levantó la cabeza y, como si me conociera, me dijo:
    "Puedo comprarte con nada." Desde que hice este trato jugando, soy libre.
Rabindranath Tagore


3 comentarios:
muy bonito
Ahhhhhh¡¡¡¡¡¡¡!!!!!!
que potito....cuanta sabiduria.
besotes.
p.d.: de nada... de momento(?)
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